Camboya – El Puma de Bangkok (Haciendo amigos el primer día).

Como habíamos salido tarde de Abu Dabhi, tarde llegamos a Bangkok. Matemática pura. Pedazo de aeropuerto, oigan. Tan impresionante como difícil de escribir y leer: Suvarnabhumi. Como no teníamos que recoger mochilas ni nada porque no habíamos facturado, nos fuimos directos a tramitar el visado de entrada. En Tailandia no te ponen demasiadas pegas para entrar: entregas unos papeles que te dan en el avión antes de aterrizar donde rellenas una serie de datos personales y alguna cosilla más, pasaporte, pones buena cara, una sonrisa al oficial de inmigración  para dentro.

Se alargó la cosa en el aeropuerto consultando con los de información un par de detalles sobre la duración del visado pero enseguida bajamos a coger el Airport Rail Link, un tren elevado que te lleva hasta el centro de la ciudad, rápido, limpio y muy bien organizado. En cada puerta del vagón había un agente de policía para que la cola se hiciera perfectamente y para que dejases salir antes de entrar. Menudos gritos pegaba el tío si pisabas la linea. Y yo pensando: «Ay, pequeño, si esto llega a ser España ya te habíamos pasado por encima como una manada de ñus huyendo de los cocodrilos».

La última parada de esta linea es Phaya Thai. Y la mas céntrica. Aquí teníamos que coger un taxi que nos llevara al hotel. Y lo cogimos, sí, y de que manera. Resumo:

Salimos de la estación y nos encontramos con la parada de taxis. Dos tipos instalados en medio de la acera, sentados en dos sillas de playa, mesita y sombrilla incluidas. La gallina ojiplática. Nos preguntan dónde queremos ir, uno de ellos levanta un brazo e inmediatamente para un taxi delante de nosotros. Eficiencia nivel profesional. Le enseñamos el mapa al taxista, el Jose Luis Rodriguez «El Puma… de Bangkok», con la dirección del hotel; asiente y nos hace señas para que entremos. Pues nada nada, los tres para adentro.

Habíamos leído en varios sitios que desde allí hasta la zona donde teníamos el hotel había unos 40 minutos de trayecto, teniendo en cuenta el trafico infernal de Bangkok. Pues a los 40 minutos de trayecto estábamos en medio de vete tú a saber dónde, disfrutando de las vistas. A los 50 minutos, el taxista nos dice que tiene que parar en la gasolinera a echar caldo, que está en la reserva. A la hora y diez minutos salimos de la gasolinera donde, seguramente por descuido del artista, el taxímetro había seguido corriendo. Y en estas que el jipy tira en dirección contraria a la que habíamos venido, o sea, que volvimos al mismo sitio.

Ya empieza el mosqueo.

Murmullos.

Miradas cruzadas.

Y en estas que Lauri saca la tablet, enciende una fantástica aplicación con los mapas de la zona, mira por la ventanilla, elige un hotel como referencia, la contrasta con los puntos del mapa donde estaban el hotel y la estación de tren y…..¡¡¡AHA!!! ¡¡¡El hijoputa nos había llevado a la otra punta!!! Empieza el circo.

Le pregunto cuánto falta y me dice que unos 40 minutos. Le digo que tururú (aunque creo que esto ultimo no lo entendió del todo) y que STOP donde quieras, pájaro, que nos bajamos. «El Puma» que se ríe y que dice que es verdad, que nos había llevado mal y que no pasaba nada, que le pagásemos lo que quisiéramos y tan amigos.

A todo esto, Laurita indignadisima, tiene que ser reducida para no estrangular al taxista. La gallina con las plumas de punta, afilándose el pico contra el skai del asiento.

Le señalo el taxímetro y le digo, mira Jose Luis, ¿ves esto que marca aquí? Pues esto te lo va a pagar tu puta madre, que seguro que es una santa, o una diosa de esas que tenéis por aquí y que no tiene culpa de que tu seas un desgraciado, ¿me entiendes?, y como sigas riéndote voy a soltar a Laurita y te va a ofrecer una mano de hostias que no te van a quedar dientes para volverte a reír, guapetón. Así se lo dije. Con acento del mismo Bangkok y todo.

Así que, como veía que la cosa se ponía fea y que la que llevaba atrás tenia la vena de la frente como los macarrones del nº 15 de Gallo, el tío para y allí mismo nos bajamos el demonio de Tasmania, la gallina y yo, para alivio del cantautor.

Y así fue como nos recibió Bangkok el primer día.

 

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9 thoughts on “Camboya – El Puma de Bangkok (Haciendo amigos el primer día).

  1. Aaaaaay Lauri! y eso que vais con gallina y todo! madre mia, si ya os digo yo que como en casa no se está en ningun sitio! De la que te suelten y te lances al cuello de alguno con intenciones maniacopsicopáticas… manda fotos!!!!

    1. Zigor, decimos «No thanks» con el derecho que nos otorga el artículo 33 de Código Internacional de Malos Usos, Patadas al Diccionario, Gestos y Muecas del Viajero que no tiene ni idea de como entenderse con un paisano que te mira como las vacas al tren cuando intentas explicarle que te tiene que llevar a ver la puesta de sol a un templo cuyo nombre no sabes ni siquiera pronunciar.
      Por esto y porque a la gallina le sale de los huevos!!!

  2. Me paso en San Francisco con un primo del Puma, pero la verdad es que el tío andaba más perdido que mi padre en una tienda de Apple, y lo resolvió con un «Give me five». A punto estuve de chocarle los cinco. Le pagué (unas 500 pesetas de entonces) y resultó estar al lado.

    1. Eso es que tú también ibas con la gallina como nosotros, ¡jejeje! Yo ya no sé quién se ríe más del asunto, si ellos de nosotros o nosotros de ellos 😉

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