No tengo ni idea de cómo surge la idea de un viaje en moto de 7.000 kms, ni en qué momento se le puede ocurrir a alguien meterse entre pecho y espalda 18 días de ruta por la «cálida» Escocia sobre dos ruedas. Pero, aún sin saberlo a ciencia cierta, la cosa no pudo ser muy diferente a lo que os voy a contar:
A altas horas de la madrugada, acodados en la barra de algún bar de Zamora (seguramente el Chuliplanets), con unas cuantas cervezas sobre la barra, la tripa llena de cachuelas del Real y el morro más caliente que el camarero que les pone las cervezas, alguno de los dos suelta el famoso «No hay güevos…»… y para qué quieres más.
Los protagonistas de esta historia son Txaguín y Merino. Amigos y residentes en la ciudad del Duero, no hace falta insistirles mucho para que se embarquen en este tipo de fregados. Lo mismo les da hacer parapente o un ironman, que cargar el coche de cervezas y de descerebrados y recorrerse Europa. Con este curriculum, no es de extrañar que esto de coger la moto y «tira, que ya llegaremos» no fuese la primera vez que lo hacían. Ya lo habían probado años antes por Marruecos y por varios sitios más. Pero, hartos de tierra y polvo, esta vez querían asfalto.
Y, ¿por qué Escocia? Aquí es donde entra en juego la tercera pata de la mesa: Blanca. Zamorana de pro, pareja de Txaguín, amiga de ambos y residente en Inglaterra, me da en la nariz que algo tuvo que ver en que la ruta pasara por Scunthorpe, donde la recogieron, y siguiera hacia la punta norte de Escocia.
Así que ahí les tenemos. Los tres mosqueteros rumbo al norte. Un viaje que les llevaría desde Zamora hasta Escocia, pasando por Normandia, Londres, el lago Ness… Casi siete mil kilómetros de paisajes, aventuras, anécdotas y vivencias que nuestro querido Txaguín ha tenido la paciencia y la amabilidad de ir contándonos para que los amigos de la gallina podamos disfrutarlo.
Gracias por compartirlo con nosotros, Txaguín. Por el poder que me otorga la gallina, quedas nombrado miembro de honor de conlagalinaacuestas.