Buenos días.

Son las 08:00 h. Nos hemos levantado con la intención de ir a ver la Duna de Pila, que no pudimos ver ayer porque llegamos muy tarde. Vamos a desayunar. Está bastante bien: cruasanes, bollos, cereales, quesitos minibabibel, zumos, yogures, tostadas… Copito se prepara un engrudo de los suyos. Hay un piano y Copito no puede resistirse a interpretar una baladita mañanera. Me parto la caja un rato.

La Duna de Pyla
Nos vestimos de calle y nos vamos a ver la Duna, que está sólo a 3 ó 4 kms. Por supuesto hay que pagar parking, pero Copito no está dispuesto y pasa de vallas. Como sigue sin haber ni dios, a pesar de mis nervios, paso la valla detrás de Copi. Qué decir de la Duna. Que merece mucho la pena. La duna es espectacular. ¿Por qué tanta arena aquí?
La duna de Pila es uno de los lugares míticos para practicar parapente. Por supuesto, se ven un montón volando. Babas in my face. Quién tuviera un velamen en estos momentos. Volveré.


Regresamos al hotel, recogemos las cosas y en marcha de nuevo.

El Ferry de Le Verdon sur Mer a Royan
Un poco antes de llegar a Le Verdon sur Mer empieza a llover levemente pero no tiene pinta de parar, así que paramos a estrenar los trajes de agua. Allí tenemos previsto coger un ferry que nos cruce a Royan y continuar. Malas noticias. El ferry ha salido hace 20 minutos y no hay otro hasta dentro de 1 hora y media así que nos preparamos unos bocatas hechos con lo del desayuno. Esperamos en un bonito parque al lado del mar. Al menos ha parado de llover.

Saint Nazaire
El paseo en ferry dura una media hora más o menos y es agradable con el sol. Desembarcamos en Royan, ponemos los GPS en orden y a tirar millas. Vamos pasando kms por carreteras secundarias con poco tráfico. Todo verde. La llegada a Saint Nazaire es por un puente bastante chulo. Tenemos reserva en el HOTEL PREMIERE CLASS que está a la entrada, en un polígono industrial con McDonald’s y demás. Nos quitamos el traje de romano y a ver el pueblo, que me han dicho que merece. Damos vueltas, intentando ver lo que hay que ver aquí, pero lo único que nos llama la atención es una construcción de hormigón enoooorme que fue una base submarina que los alemanes hicieron en el 41, y que ahora usan para conciertos, teatro, exposiciones, etc. Decidimos buscar lugar para cenar y acabamos en un antro de comida rápida regentado por una señora mayor que nos prepara unas hamburguesas bastante decentes. Nada menos que tres filetitos en cada una. Después de la cena al hotel. La habitación es como si fuera una caravana, con literas. El baño es, literalmente, el de una caravana.

Buenas noches.