Buenos días.
La habitación del Hotel Le Progrès es grande, con una cama doble y otra normal. El baño es de esos en los que se ven las tuberías y demás, pero está limpio. El jefe se ha esforzado en ponernos un buen desayuno: cruasanes, zumo, galletas, café. Lo dicho. Me cae bien, si no le he dicho ya.
Percance: Merino ha extraviado el móvil y perdemos media hora buscándolo por todos lados. Hay un poco de nervios, pero al final aparece. Estaba debajo de la moto. Nos despedimos del colega y empezamos la jornada. Hoy cruzamos al Reino Unido por el Eurotunel.
Eurotunel desde Calais
Pasamos los kms. rápidamente para llegar cuanteso antes a Calais, donde cogeremos el tren subterráneo. Vamos dándole a los intercomunicadores, como en todo el viaje. Lo pasamos bien. Nada que ver en este trayecto. Autovía rápida. Se acerca la hora de conducir por la izquierda…
Habíamos visto por internet que el precio del billete del Eurotunel oscilaba entre los 40 € y 55 €. Además había muchos horarios para cogerlo, así que íbamos tranquilos. Pero craso error de novatos. En la misma caseta, igual que las que hay en los peajes de las autopistas, una amable señorita nos dice que vale 111 lereles, y que ese precio que nosotros pensábamos sólo es ONLINE. Su p… madre. Total que como estamos allí mismo ya, pagamos la pastaza y al tren. Son unos vagones diáfanos, donde no hay nada de nada. Sólo unos baños. En cada vagón caben tres coches más o menos. La peña se queda dentro de sus vehículos. Y nosotros por allí pululando. ¿Anda que si se rompe el túnel?
El trayecto dura unos 35 minutos, y ahora viene cuando la matan. Yo pensaba que habría un pequeño control en el que te miraran al menos la matrícula o el pasaporte. Nada de eso. Se abre la trapa y salimos como los toros en San Fermín: directamente en una autovía. ¿Pero por dónde vamooooooooooos? ¿Qué carril es el buenoooooooooo? ¿Por la derecha? ¿Por la izquierda? JAJAJAJA. Total que en lo que nos hacemos al tema, no salimos del carril izquierdo en los primeros kms., por si acaso. JAJAJAJAJ. Vamos mirando qué hace el resto de coches que van pasando, cómo son las salidas de la autopista, las indicaciones, etc. Al rato ya nos relajamos y vamos pillando el asunto. De momento las autovías son fáciles. No paran de pasar carrazos de lujo. Ferraris, porsches, masserattises, lotuses. Ufffff.
Londres
Otro punto difícil: La entrada en Londres. Hemos de ir a la tienda donde trabaja Amparo, que está en el centro, donde está toda la gente guapa. Con mil ojos, llegamos por fin a la calle de destino ayudados por los GPS que, una vez más, son imprescindibles para movernos por todos lados. Nos metemos en la acera, por supuesto, y vamos a darle a Amparo el besico de llegada. Ganas de verla, abrazos y besos de recibimiento. Gusta ver a la gente que está lejos. Como tardará en salir, nos vamos a comer a un McDonald’s que hay justo en frente. Lubina en salsa para copito y langosta crujiente para mí. Ya te digo.
Cogemos a Ampi para llevarla a casa para que se cambie y buscamos alojamiento en la zona. Cansados de buscar acabamos metidos en el HOLLIDAY VILLA HOTEL. Es caro, pero la zona es muy segura y las motos dormirán en la p… calle. Así que mejor así. Con ropa ya cómoda nos vamos a recorrer Londres en moto: un placer inexplicable. Acojonante. Pasar por el Tower Bridge en moto, de noche con todas las luces de la ciudad no tiene precio. Después del paseo Amparo nos llevó a una zona de moda donde cenamos en un mejicano y nos tomamos unas pintas en un bar de alterne londinense. Gracias Amparo. Después, al sobre.
Buenas noches.
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