Escocia en moto – De Durness a Inverness

Buenos días. Sigue sin llover.

Las hordas del huevo en Escocia
Las hordas del huevo en Escocia

Copito ha ido a comprar el desayuno a un spar que hay al lado. Tenemos una cocina estupenda para cocinar, como en todo hostel que se precie. Tostadas, galletas dietéticas, salchichas y café. Rico rico.

En marcha de nuevo. El paisaje ha cambiado, aunque sigue teniendo lo suyo. A estas alturas ya no lo comentamos. Es ridículo. La ruta va hacia el este, hacia JOHN O’GROATS. Buena carretera, verdes pastos, y ovejas. Lo había dicho, ¿no?

 

Parada en Thurso

Al llegar a Thurso hacemos una parada. Un café siempre cae bien. A estas alturas tengo que decir que después de tantos kms con Blanca de copiloto, no tengo ningún problema de conducción. Blanca va perfecta, aunque sus posaderas empiezan a acusar los días de moto. Y las mías también. Ni se menea detrás. Inmejorable. Entiendo que para ella hay ratos difíciles al ir sola atrás, sin hablar con nadie. Sólo escuchando la música por sus cascos. Copito y yo vamos hablando todo el tiempo por los cacharrines, y eso ameniza mucho. Lo hace mucho más fácil. Esta es una de las cosas a mejorar en próximos viajes con pasajero. El poder ir comentando los lugares que vemos es una ventaja muuuuuy gorda. Si le hubiera hecho caso a Toño Folgado y hubiéramos probado su chisme hubiera sido mucho mejor. Debido a un malentendido, pensé que no valdría para tu casco, pero al final creo que sí se podría haber puesto. Lo siento.

¿A cuánto está el siguiente destino?
¿A cuánto está el siguiente destino?

John O’Groats

Seguimos ruta y llegamos a JOHN O’GROATS. Es un pueblo situado en el extremo norte de las tierras altas escocesas, y se considera popularmente el punto más septentrional de la isla de Gran Bretaña. Sin embargo, esta distinción corresponde realmente al cercano Dunnet Head (gracias Wikipedia). Bueno, pues resulta que en este pueblo hay un poste que indica el final del camino y que es muy famoso, pero es propiedad privada. Y si quieres sacarte una foto te toca abonar. Y no es barato. Pero justo al lado hay otro poste parecido, que a nosotros nos hizo la misma función que el de pago, y nos sacamos cuarenta fotos o más -by the face-. Resultaba gracioso ver al tío encargado de cobrar el fotopeaje del poste famoso esperando que alguien picara su anzuelo, y todo dios sacándose fotos en el poste de al lado. En fin. El lugar es muy bonito, con bares y tiendas de regalos. Nos sentamos en una mesita muy cuca al lado del mar y nos preparamos unos bocatas con la vianda que llevábamos. Se me ha olvidado decir que traíamos desde España unos paquetes de buenos productos españoles, jamón, chorizo, queso, salchichón y que Blanca aumentó gracias al aporte familiar que recibió hace escasos días. El que sabe sabe.

Un alto en el camino
Un alto en el camino

Pues estando por allí, buceando en la tienda de regalos, los locales del lugar se ponen a mirar hacia el mar con prismáticos. Creemos que comentan que hay unas ballenas dando caza y zampando. Lo cierto es que se ve un gran banco de algún tipo de pez grande, pero no podría decir que son ballenas. Al menos a nosotros no nos lo parecen. Pueden ser delfines, tal vez. Compramos alguna cosilla, Copito se patrocina algún regalo, nada nuevo, y seguimos viaje. Tenemos que llegar a Inverness. El resto del camino, bonito, al lado del mar.

Unos kms después de salir de John O’Groats paramos para poner el GPS en su sitio, y resulta que hay TRES, 3, three, raquetas de tenis, allí solitas, al lado del arcén, en perfecto estado, sin niños por las cercanías. Tres raquetas de tenis. Ni dos ni cuatro. Tres. Y ya está. Partidito en medio de la carretera, que no es que tenga mucho tráfico. Además hace un sol cojonudo. Más cosas: en medio de la nada más absoluta, ni casas, ni nada, una cabina de teléfonos. ¿Diga? ¿Mamá? Blanca y yo nos rompemos el eje con Copito.

Partido de tenis junto a John O'Groats
Partido de tenis junto a John O’Groats

Inverness

A media tarde llegamos a Inverness. A buscar cama. Hacemos una reserva desde el móvil de Blanca, que tiene datos para navegar, y reservamos en el ALBAN & ABBEY HOUSE, esta vez sin desayuno. Que se le va a hacer. Justo antes que nosotros han llegado tres alemanes con motos, pero solo un hola que tal y na más. Bonita casa, habitación con dos camas. Ducha y a buscar la GUINNESS y ver el pueblo, por ese orden.

Inverness
Inverness

Primer bar a la vista. Se oye música en vivo. Pa’dentro. No hay casi nadie, sólo un par de viejos y unos acalorados muchachos que acaban a ostias en la calle. Si es que van como avutardas. Hay que saber beber. El chaval que canta no lo hace mal. Versiona canciones conocidas y lo pasamos bien con la extracold. Seguimos por el pueblo y entramos a cenar en un Jamaicano, después de intentarlo en un par de garitos que no nos dieron por ser demasiado tarde. El jamaicano es cutre pero no hay tiempo para buscar. Mi pizza, bastante regulera. Después de cenar nos vamos a uno de los garitos que vimos al principio, y que anunciaban también música en vivo. Está petao pero entramos a ver el percal. Hay un grupete tocando tipo indie o grunge. Como no nos gustan mucho nos llevamos nuestra pinta al piso de arriba, donde hay otro grupo que lo hace bastante mejor. Terminamos la pinta y a dormir. Ha estado bien. Buenas noches.

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