Escocia en moto – De Scunthorpe a Portsmouth

Buenos días.

El día más triste de todos. Sabíamos que llegaría, pero ya lo tenemos encima. Tengo que irme, tengo que volver a casa. Tengo que despedirme de Blanca. Es duro.

Empiezo a preparar todo el tinglado. Silencio. Me pongo de romano. Meto la ropa en las maletas. Silencio. Las botas. El desayuno. El GPS. Silencio difícil, incómodo. Se acerca lo más duro. Me pongo el casco. Abrazo de los buenos. De los que valen. No hace falta decir nada. Con eso está dicho todo. Me subo a la moto y arranco. Veo lágrimas en el rostro de Blanca. Menos mal que ella no puede verme con el sotocasco. Sino sería más difícil. Meto la primera y salgo despacio. Por el retrovisor veo que me mira. Y me rompo. El casco se me empaña. Nada más que decir.

El día es espléndido en cuanto al tiempo. En seguida me pongo en la autovía y tiro millas. Copito me espera en Portsmouth. Después de estar con Amparo, ha pasado dos días con unas amigas de Zamora, y han estado viendo playas del sur de la isla. Las fotos que nos manda por whatsapp son cojonudas. Dice que es como Benidorm, pero de jóvenes.

Voy rápido por la M1. Nadie atiende a radares ni nada, así que opto por hacer lo mismo y dar gas. El único tramo donde la gente respeta es una zona de unos 60 kms de obras, y que ya hicimos en la etapa de subida. Hay limitación de 80 km/h y aquí sí respetan. Despacio. Allí donde fueres haz lo que vieres.

En las cercanías de Londres hay mucho tráfico. Hay retenciones. La jodimos. Pero circulo con precaución entre los coches, que al verme me dejan el paso libre. Incluso el coche de policía se aparta para dejarme pasar. Algunos de aquí deberían de aprender. Lo mismo nos sucedió al subir por Francia. Los coches se echaban literalmente fuera de la carretera para dejarnos pasar a las motos. Y eran la mayoría. Hubo alguno que se jugó la ostia para dejarnos pasar. Copito y yo empezamos a pensar que era cosa de normativa, porque no era normal.

Portsmouth

Llego pronto al RED LION HOTEL, que había reservado desde casa de Blanca. Bastante bien. Me cambio y escribo a Copito, a ver dónde anda. Pero nada. No sé dónde está. Me voy a dar un paseo y a comprar pan porque tengo viandas que me ha dado Blanca.

Pasan las horas y nada de Copito. Cero. Aburrido de esperar me voy a la habitación. Al cabo de cuatro horas recibo un guasap. Me dice que ha estado de ruta y que acaba de llegar a la casa donde estaba. En un rato estará aquí. Genial.

En la tele dan El Príncipe de Bel Air. A aprender inglés con los subtítulos. Por fin oigo el escape de la moto de Copito en el parking. Salgo a recibirle y nos ponemos al día. Hemos estado tres días separados. Después de dejar los trastos en la habitación vamos a meternos una pizza gigante en el mismo hotel, que las hacen en directo. Muy buena, y la cerveza mejor. En la tele, Northampton-Leicester. Inmejorable. Northampton gana en el último suspiro. Y yo con dos camisetas de ese equipo en mi maleta. Gracias Blanqui. Mañana al barco que nos lleve de vuelta a España. Viva Espppaña.

Buenas noches.

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