Buenos días.
Día de cruceroooooo.

Nos levantamos con muchas ganas. Hay expectativas por ver el ferry. Ese ferry barato que pillamos a última hora. Cometimos el error de no coger el bueno cuando lo miramos, hace varios meses. Ese ferry con sala de fiestas, discoteca, camarote con baño. Ese ferry que nos hubiera hecho el trayecto mucho más cómodo. Sin embargo, por ser unos desgraciados nos ha tocado el versión economy. Y menos mal porque si no, el precio se hubiera disparado. El caso es que embarcamos, y no está tan mal como creíamos. Pensábamos que iríamos a golpe de ariete. Como en Ben-Hur. ¿Cuál es tu nombre 41? Judá Ben-Hur. Centurión, suelta al 41. Va por ti Richi.
Nada más entrar al barco vemos la sala de cine. En cartelera El arca de Noé, la última de Russel Crowe. Y luego el capitán América. Redioooooos. Que bien lo vamos a pasar. Con mantitas y todo. La primera empieza a las 10:00 h. Pero tenía trampaaaaaaaaa. Entrada del cine: 8,60 pavooooooooooos. JAJAJAJA. Se jodió la sesión de cine. Pues nada. A seguir viendo el barquito. La zona del bar, el comedor, salas de butacas, muchas butacas. Una de esas es la nuestra. Me caguen. De camarote con cama a butaca. C’est la vie. Nos vamos acomodando en una de las salas. Descansamos un rato. Al final, al bar, a acabar con las libras que nos quedan.
Tarde de charlas en el bar
Hay mucha gente en el bar. Gente variopinta. Después de varias horas tomando pintas nos llaman la atención tres tipos que llevan un monton de cervezas. Y siguen a buen ritmo. También hay un par de españoles, que deben de ser de un grupo de música jevi, y que también le dan de lo lindo. Uno de ellos lleva el pelo rojo y pantalones a juego. Hay miradas de complicidad, después de tantas horas a bordo y dándole a la birra, porque Copito y yo no nos quedamos cortos. También hay un tipo solitario que se ha hecho fuerte en una de las zonas del sofá corrido. Dormirá allí.

Entre pinta y pinta, entablamos conversación con cuatro ingleses que también llevan horas dándole al bebercio. Dos jubiletas ya, otro a punto y otro más joven. Los mocetes han dejado a las parientas en la playa y ellos al vidorrio de la vida española. Estarán dos semanas recorriendo el litoral de nuestra península con sus motos (dos Triumph Tiger, una Ducati Multistrada y una BMW 1200), con incursiones al interior cercanas a Zamora. Aprovechamos para sacar los productos que tenemos y compartirlos con nuestros nuevos amigos. Ellos, no sabemos cómo, tiran de botellas de vino que es un primor. ¿Dónde las han traído? Ni idea. Por supuesto, nos ofrecen su caldo, que es bastante malo, y aprovechamos la ocasión para vender nuestros productos zamoranos a los anglosajones de motos caras.
Entrada la madrugada, en cubierta, estuvimos un rato hablando con dos camioneros españoles. Contando batallas del sector transporte y demás. Y ya sobre las 02:00 nos vamos a buscar un nido en el que poder pasar la noche en horizontal. Las butacas se reclinan muuuuuy poco. Nos decidimos por una zona de juegos para niños donde hay unos colchoncitos que tienen pinta de ser más cómodos que las butacas. Y ahí nos acostamos con las mantitas que hemos pillado en la sala de cine.
Buenas noches.