¿Qué es lo primero que tienes que aprender antes de emprender un viaje? ¡¡Coooorrecto!!: Saber como se pide una cerveza en el idioma local. Y ya si te pones en plan culto, sabes escribir y has ido a la escuela oficial de idiomas, lo mismo hasta aprendes a pedir dos cervezas. Si para ti esto es lo primero, enhorabuena, eres de los nuestros. Si, por contra, prefieres aprender a decir ¿Dónde esta el museo mas cercano, por favor?, que me muero de ganas de ver las obras más representativas de este bonito país suyo, igual deberías dejar de leer esto y aprovechar tu tiempo en otras cosas. Porque hoy vamos a hablar de bares, de los bares de Sri Lanka.
Antes de ir suponíamos que, habiendo cuatro religiones en el país (hindú, musulmana, budista y cristiana) malo sería que a alguna de las cuatro no le gustase meterse una cerveza entre pecho y espalda después de un duro y caluroso día de trabajo. Al fin y al cabo, pocos sitios conocemos donde no haya algún lugar de esparcimiento social donde refrescarse el gaznate por las noches. Pues bien, hasta en eso nos ha sorprendido Sri Lanka. Resulta que es un país donde la religión, sea cual sea, tiene mucho peso en el día a día de la gente. Vamos, que estos se saben su padrenuestro correspondiente de carrerilla y lo recuerdan para el resto de sus días. No como aquí, que una vez que has pillado la Play de la comunión, no vuelves a pisar una iglesia hasta que se empiezan a casar tus colegas y el padrenuestro lo escuchas desde el bar de al lado.
Así las cosas, el tema de las galimbas en público esta más que jodido. Se han debido creer lo de que si tomas alcohol te quedas ciego, te salen granos o se te seca la medula espinal y es casi imposible encontrar un bar. Si han tragado con esto, no me quiero ni imaginar la vida tan triste que tienen que llevar en otros aspectos «primarios» de la vida. Pero el caso es que, durante el viaje nos ha costado mucho encontrar un garito donde refrescar el gañote. En la zona mayoritariamente musulmana del país (norte y este) ha sido casi imposible encontrar un bar. Además, cuando les preguntas dónde puedes tomarte un trago, te miran como ofendidos y te dicen que no, oiga, que el suyo es un pueblo muslim y que de alcohol nada. Que más nos valdría dejar esa bebida del diablo y pasar de vez en cuando por a mezquita, herejes!! Y en las demás zonas del país, sin tanto remilgo, pero tampoco ha sido fácil encontrarlos.
¿Cómo se las apañan entonces para ahogar sus penas? Pues a base de licorerías. Las hemos encontrado de dos tipos:
- Típica tienda con mostrador donde pides lo que quieras, pagas y te lo llevas a tu casa.
- Establecimientos como el que os hemos comentado antes pero con una zona de mesas donde puedes degustar tu compra y disfrutar en la tele de, como no, un partido de cricket.
Aunque se asemeja mucho a lo que viene siendo un bar de toda la vida, las diferencias son sustanciales. Lo primero y más llamativo es que todos os mostradores donde se sirve el alcohol están protegidos con una verja, como los bancos de las pelis de vaqueros. Más que pedirte una cerveza parece que estas haciendo un ingreso. Imaginamos que es por si a alguno se le calienta el morro más de la cuenta con el Arrack (típico licor/brebaje ceilandés, también usado para limpiar cristales y desatascar lavabos) y se pone bravucón con el dueño. Otra de las cosas curiosas es que la gente no habla; se piden su consumición y se sientan en la mesa a beber en silencio mirando el partido o al paisanaje. Olvídate del barullo que encuentras en un bar de aquí porque allí son silenciosos hasta para beber.
Al parecer, el tema del pimple no es un acto tan social como lo es aquí. En Sri Lanka te vas al bar, te pides tu trago y te sientas en silencio a bebértelo. Si te cuadra, te sientas con alguno y hablas en voz baja. Y si no, pues te pimplas tus dos o tres cervezas Lion Strong de 8,8º (cerveza «oficial» del país) o tu botellita de Arrack de medio litro, te cueces como un mono y te vas para casa. Y es que, que no pegues una patada a una piedra y te salgan tres bares como pasa en este país de gente culta y formada que tenemos, no significa que los ceilandeses no beban: se maman como piojos; educados y silenciosos, pero piojos al fin y al cabo. Que la religión aprieta pero no ahoga.
Aunque se les haga raro ver a turistas en este tipo de locales, ni te ponen problemas, ni te dicen nada, ni te hacen sentir incomodos. Te miran con curiosidad y listo. Mucho, te miran mucho, pero hasta ahí. Yo, que siempre intento darle la vuelta a las cosas para entenderlas desde el otro lado, me imagino en el bar del barrio con los colegas, con el quinto Kalimotxo sin limón (que esto no es Vitoria), cuando entra un ceilandés, vestido de ceilandés, con su cara de ceilandés, mirando para todos los lados como un conejo asustado, que se pide un trago, se sienta en una mesa y flipa con lo que tiene alrededor. ¿Tu no le mirarías con curiosidad? Pues eso.
El más osado, o el más mamado, es el que se acerca a preguntar. Que qué hacéis aquí, que de donde sois, que si os gusta mi país… Y en una de estas charlas fue como supimos por qué no hay más bares. Al parecer, los impuestos que tienes que pagar para que te den el permiso o licencia para poder vender alcohol en tu establecimiento, son muy altos. Y por eso, en muchos restaurantes locales no te sirven bebidas alcohólicas. En los establecimientos para turistas si lo suelen vender pero el precio de la comida y de la bebida espantan a la gente local, con lo que sólo les quedan las licorerías para darle una alegría al cuerpo.
Así que ya estáis avisados: si tenéis decidido ir a Sri Lanka, saber que no vais al feria de la cerveza. No faltan sitios donde refrescarse pero abundar tampoco abundan. Siempre os queda la opción local. No nos referimos a lo de creerte que te vas a quedar ciego; si no te lo has creído con otras cosas, con el alcohol menos. Nos referimos a lo de intentar conocer mejor el país y su cultura, mezclarte con los locales y beber con ellos. Al fin y al cabo, delante de una cerveza, todos somos medio hermanos.
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